Me quiero morir.
Holly hundió la nariz en el suéter azul de algodón y un olor familiar la golpeó de inmediato: un abrumador desconsuelo le cerró el estómago y le partió el corazón. Le subió un hormigueo por el cogote y un nudo en la garganta amenazó con asfixiarla.
Una tarde, Bruno llegó de la escuela y se llevó una sorpresa al ver que María, la criada de la familia -que siempre andaba cabizbaja y no solía levantar la vista de la alfombra-, estaba en su dormitorio sacando todas sus cosas del armario y metiéndolas en cuatro grandes cajas de madera; incluso las pertenencias que él había escondido en el fondo del mueble, que eran suyas y de nadie más.
Poco antes de la una y media de la madrugada, la enfermera Hanna Nicander despertó al doctor Anders Jonasson.
- ¿Qué pasa?- preguntó éste, confuso.
- Está entrando un helicóptero. Dos pacientes. Un hombre mayor y una mujer joven. Ella tiene heridas de bala.
- Vale- dijo Anders Jonasson, cansado.
Un día estaba en la cola del cine esperando para entrar a ver El Zorro, que la ponían en un cine de Carabanchel Bajo, se me acercó un chaval y me preguntó por todo el morro:
- Oyes, niño, ¿tú no serás Manolito Gafotas?
Y yo le dije a ese niño que sí que lo era y que por qué lo había sabido.
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